Llegó a los cines “LOS OJOS DE TAMMY FAYE”, biopic que cuenta todo sobre la juventud, el ascenso, el apogeo y la caída de una pareja de predicadores evangélicos muy populares en la segunda mitad del siglo XX. Tammy Faye Bakker (Jessica Chastain) nace y crece en una familia pobre, pero muy religiosa, de un pueblo pequeño en Minnesota. Desde ese entonces decide dedicar su vida a predicar los Evangelios a través de la música. Cuando ya es adulta y acude a la Universidad, conoce a quien sería su marido, Jim Bakker (Andrew Garfield). Pasa el tiempo, y el matrimonio explota cada vez más su talento natural para la comunicación y el entretenimiento, sumándole la gigantesca empatía de Tammy, en pos de predicar la palabra de Dios. Los proyectos llevados adelante por su esposo, sin embargo, tienen motivaciones y saldos dudosos, que ayudan a nuestros héroes a enriquecer su paso por el living de millones de ciudadanos. Como primer acierto, la película cuenta con un magistral uso del maquillaje y trabajo de numerosas prótesis para caracterizar a los actores, y luego, un gran trabajo gestual que las atraviesa y llega al espectador. Realmente conmueve cómo, a través de solo un par de decisiones estéticas, una pieza audiovisual puede tratar la misoginia internalizada, el sexismo, la desigualdad de género y la libertad de expresión limitada que pregonan ciertos sectores, ya sean conservadores o no, de muchas de las religiones; en este caso, el Evangelismo. Las pestañas, los labios, el pelo de la protagonista, son símbolo de su propia persona, abriéndose camino en un mundo de hombres. La dirección y las actuaciones son fenomenales, y se logra un clima religioso que no molesta a quienes no creen o participan de este tipo de actividades. Esto se debe, también, al uso de humor e ironías que citan la realidad, y el trasfondo de lo que terminó pasando. Se desarrolla lentamente un lado oscuro de los personajes, siendo casi imperceptible para el público, como lo fue en los años en que la fama del matrimonio estaba en su pico y la gente confiaba ciegamente en ellos. Otro aspecto muy destacable es el buen uso de la dirección de arte. Las épocas van cambiando y, la escenografía, vestuarios, maquillajes, peinados, colores, cambian con ellas de una forma representativa de cada tiempo. Incluso puede verse una simbología a través de ciertas combinaciones de colores, o también intencionalidades de los personajes. Esta película es hasta educativa en cuestión de la historia técnica de la televisión y su surgimiento en la segunda mitad del siglo XX, su avance hacia el color y el cambio de la forma del aparato en los hogares. Se puede ver cómo se va invirtiendo cada vez más dinero, recursos (humanos, técnicos, económicos, etc.), en hacer un mejor show, que obtendría mejores y más donaciones de un público ciego a sus estafas. Un último acierto del film es el genial uso de un montaje símil documental, mixto, dinámico, sin atenuaciones, parecido al que vimos en “VICE: más allá del poder” (2018), pero con más elegancia y más indulgente con la protagonista que con su marido. La fotografía es lo “peorcito”, siendo poco interesante, pero es salvada por la edición fuerte y audaz. Personalmente, me encantó y quiero volver a verla. ¡Excelente plan para este fin de semana! Por Carole Sang
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Ya está disponible en Netflix “THE ADAM PROJECT”, la nueva película de Shawn Levy, director de “Una Noche en el Museo”. Ryan Reynolds y Walker Scobell a la cabeza presentan una ciencia ficción interesante junto Zoe Saldaña y Mark Ruffalo Adam Reed (Ryan Reynolds), un viajero en el tiempo, se dirige a su infancia en 2022 para formar equipo consigo mismo a los 12 años (Walker Scobell). Juntos se embarcan en la misión de salvar a su esposa de ser asesinada en el futuro. El film busca permanentemente cumplir ciertas condiciones para gustar a todo el mundo. El objetivo es que cualquier espectador tenga un mínimo de entretenimiento y llegar a todos los públicos. Es en esta condición donde el filme no arriesga mucho. La trama se vuelve sobre explicativa, no se deja ni una sola gota de misterio. Todo está ahí, nos cuentan todo lo que pasa con diálogos obvios y sin mucho realismo. Así el espectador no necesita una atención permanente en la obra, sino que puede entenderla mirándola sin tanto detalle. Muchos de los eventos se dan sin una justificación muy coherente. Son situaciones que se dan sin mucho sentido y que no logran ser verosímiles con la realidad que plantea la película. Personajes que aparecen de la nada, conflictos que se resuelven por arte de magia y problemas que surgen sin saber por qué. Es un tejido de casualidades que nos van guiando hacia el final, pero no hay mucho desarrollo en el medio. Por momentos se intentan explicar estos hechos, pero resulta difícil volver a engancharse en la obra. Es interesante el planteo que hace acerca del micro género de viajes en el tiempo. Busca romper con ciertas convenciones a las que se recurre en este tipo de películas. El problema surge cuando, al no respetar las reglas del género, lo cual es totalmente aceptable, no logra crear las propias. Nunca se entiende cómo afectan los viajes en el tiempo a la realidad, y cuando parece dirigirse hacia algo coherente, finalmente no llega a nada. Sin embargo, hay un importante subtexto a destacar. En esta intersección entre presente y futuro la obra presenta una reflexión sobre nuestras decisiones y cómo repercuten en nuestro por venir. Entendemos que nunca es tarde para arreglar nuestros errores y “volver” en el tiempo. Algo que se ve reflejado en los personajes y la relación entre los mismos. “THE ADAM PROJECT” cumple con todas las características para gustar y entretener a cualquiera, pero se transforma en un filme que no va más allá de eso y no deja mucho a los espectadores. Sus reflexiones funcionan como pilar de toda la cinta y sostienen el interés en muchas escenas. Por Felipe Benedetti Disponible en Netflix “BELFAST'' es una de las fuertes candidatas a los premios Oscar de este año. Con 7 nominaciones (entre ellas mejor director, película y guión) su realizador Kenneth Branagh nos presenta una obra sobre su infancia en Belfast, Inglaterra. Será un niño de 9 años que vive una serie de revueltas que ponen en duda la paz en la ciudad. El objetivo era hacer una cinta introspectiva que nos cuente la infancia de su director. Se nota el cariño que hay en la película donde todo es visto desde un ojo nostálgico. Pero la nostalgia y el cariño no bastan para hacer cine. El cine, así como una novela, es una narración. Todo el esfuerzo debe estar puesto en hacer que la misma tenga una estructura determinada, para así lograr que el espectador disfrute la experiencia al máximo. Por supuesto esto no indica que, si o si tiene que haber acción o un drama muy intenso, sino que debe ser una historia donde cada detalle cuente y forme parte de un todo. BELFAST no hace un buen manejo de la información, muestra escenas que tienen un gran valor emocional pero que podrían ser extraídas de la película y el resultado sería el mismo. Por momentos parece un conjunto de anécdotas aisladas pegadas entre sí. Sin embargo, es claro el apego hacia lo que cuenta, sobre todo en su aspecto fotográfico. Tiene un blanco y negro muy logrado qué complace a cualquiera amante de la fotografía. Además, los encuadres son increíbles. Con una gran belleza en las composiciones, muchos planos podrían ser hermosos cuadros para colgar en una habitación. Pero esto no se trata de obtener el cuadro más bello, sino hacer que las imágenes tengan significado con respecto a lo que se narra, y es algo que se le dificulta mucho a la cinta. Hay, sin embargo, destellos de lo que podría haber sido un gran filme. Cuando se escogen esas escenas que verdaderamente aportan algo a lo que se quiere contar y cuando la trama finalmente decide avanzar hacia un rumbo determinado, todo se torna más interesante. Son altibajos, por momentos avanza y por momentos se queda estancada en el tiempo sin mucho que contar. Estos pequeños momentos, sobre todo a partir de su último acto, son los que conmovieron a muchos espectadores. “BELFAST” podría haber tenido un resultado todavía mejor. Una buena fotografía y una clara nostalgia hacia cierta época y lugar son factores que suman a la potencia narrativa de una obra. Pero si no logramos que aporten algo más a una historia, todo ese esfuerzo resulta en vano. Más allá de todo, vale la pena el retrato que hace de los personajes y su historia de vida. Deja una historia que puede gustar a algunos y a otros no, pero se presenta como fuerte candidata en esta temporada de premios. Por Felipe Benedetti Enciendan la Bati-señal que el hombre murciélago regresa a Ciudad Gótica en “BATMAN”, prometedor reinicio de una de las franquicias más famosas de DC, que marca el debut de Robert Pattinson como el caballero oscuro. Para no entrar en terreno de spoilers, me remito a la sinopsis oficial que resume a la película de la siguiente manera: “En su segundo año luchando contra el crimen, Batman explora la corrupción existente en la ciudad de Gotham y el vínculo de esta con su propia familia. Además, entrará en conflicto con un asesino en serie conocido como el Acertijo.” El film se construye de a poco pero con un buen ritmo narrativo que nos hace olvidar de sus tres horas de duración. La historia es entretenida, con giros interesantes y está muy bien ejecutada por sus protagonistas, bajo una atenta mirada del director. Matt Reeves se puso al hombro una tarea para nada fácil. El largometraje sigue la línea del cambio de enfoque que propuso Nolan para su trilogía y está teñido por la estética y fórmula de “Joker''. Es un film oscuro, con aires de cine de autor y con un definido y conflictuado protagonista. A diferencia de la película del Guasón, esta no es una historia sobre el origen del personaje; Batman ya es Batman (si bien es claramente más joven) y solo vemos algunas viñetas de su pasado e historia familiar. El tono que propone Reeves es curioso y la película por momentos se siente como un policial negro donde Batman toma un rol detectivesco en su búsqueda por la justicia (Por como se desarrolla su estructura me hizo acordar a “Seven” de David Fincher). Secuencias de lucha no faltan, pero lejos está de la acción disparatada y los villanos caricaturescos. La fotografía es uno de los puntos fuertes de esta entrega y se luce regalándonos imágenes maravillosas que elevan la acción, agregando una poética extra a momentos no tan memorables. Ahora bien, en algunas escenas están demasiado contrastadas al nivel de ver negro sin detalle y se pierde información visual, lo que como espectadores nos aleja un poco de la acción al tener que hacer un esfuerzo extra para entender qué estamos viendo. La atmósfera que generaron con Ciudad Gótica es destacable y la actividad nocturna, corrupción y violencia, encajan perfectamente dentro de ese clima. Robert Pattinson demuestra que el traje de Batman no le queda grande y nos regala una interpretación que sobrepasa cualquier expectativa. Quienes lo tildan de mal actor claramente no están familiarizados con sus últimos trabajos (como “Tenet”, “The Lighthouse''), ya que el joven vampiro de Crepúsculo quedó muy atrás en su carrera. Zoë Kravitz sorprende como Catwoman y parece haber nacido para interpretar ese personaje (excelente elección de casting). Jeffrey Wright completa el trío protagónico como James Gordon y sus escenas mano a mano con Batman son tan tensas como divertidas. Los criminales de esta historia no se quedan atrás, Colin Farrell se luce irreconocible como El Pingüino (con cierta similitud a Robert de Niro en su expresiones) y Paul Dano hace de lo suyo como el Acertijo, pero me hubiera gustado verlo un poco más sin su máscara. “BATMAN'' es un film tan oscuro y misterioso como su protagonista. Nos invita a dar un primer vistazo a esta nueva lectura de uno de los héroes más queridos de la cultura pop y propone un claro cambio de rumbo (e imagen). Matt Reeves apuesta por escaparle a las reglas del cine de superhéroes que estamos acostumbrados, para hacer una pieza más íntima donde el foco yace en el viaje personal de Bruce Wayne y no en las batallas épicas plagadas de CGI o frases marketineras. Espero se siga ampliando este nuevo universo y tengamos más entregas con Pattinson en este rol. Por Matías Villanueva “DRIVE MY CAR” se llevó 4 nominaciones de cara a la próxima ceremonia de los Oscars. Una película japonesa dirigida por Ryusuke Hamaguchi protagonizada por Hidetoshi Nishijima y Tôko Miura que se presenta como gran candidata a la categoría de mejor película extranjera. Dos años después de la muerte de su esposa, Yusuke (Hidetoshi Nishijima) recibe una oferta para dirigir una obra de teatro escrita por él. Entre el elenco se encontrará a un viejo amante de su esposa, al cual enfrentará permanentemente. Es una obra muy distinta a lo que el gran público (sobre todo occidental) está acostumbrado. Tiene una duración de 3 horas, que van a un ritmo lento. Esto no conlleva un defecto en sí, la lentitud a veces es necesaria para desarrollar la trama a la velocidad adecuada y llegar más potente al espectador. Precisamente es esta la estrategia de la que hace uso el filme y resulta bastante satisfactorio. Nos sumergimos dentro de la obra por un largo rato y llegamos a comprender todos sus detalles. Hacia el final conocemos perfectamente a nuestros personajes, vivimos y sentimos como ellos. Pero para lograrlo se requiere paciencia, ya sea como para entender todos sus aspectos como para animarse a cierto cine que no es muy común hoy en día. La principal razón por la cual logramos conectar con este mundo es su aspecto técnico y estético. Cada plano y encuadre, además de tener una belleza increíble, tiene la intención de aportar algo y, de manera sutil, revelarnos los misterios que guarda la historia. Es cierto que se le dificulta bastante mantener esa narración plena durante la totalidad del filme. Por momentos no nos queda claro que se nos quiere contar o por qué se cuenta. El guion se sostiene con una tensión permanente entre los personajes. La cinta no necesita ser explícita, nos damos cuenta perfectamente que algo está mal entre los protagonistas, a pesar de que no lo expresen con palabras. Son detalles muy sutiles los que nos generan esta sensación: una mirada, un silencio, un gesto. Es en esta sutileza donde la obra encuentra una gran eficiencia narrativa que nos atrapa. “DRIVE MY CAR” nos engancha por un largo rato. Hay una clara intención artística en su narración y un deseo por transmitir algo. Es un cine distinto al que hay que darle una oportunidad y hundirnos por un tiempo en un drama que tiene mucho por contar. Por Felipe Benedetti Falta menos para que llegue a HBO Max “EL CALLEJÓN DE LAS ALMAS PERDIDAS'', dirigida por Guillermo Del Toro y protagonizada por Bradley Cooper, Cate Blanchett, Toni Collette y Willem Dafoe. La película revive el film homónimo de 1946 y promete mucho, pero… ¿cumple? Se trata de un viajero (Cooper) que, en una destartalada feria en medio de un pueblo aburrido, aprovecha los conocimientos de un viejo ebrio que solía tener un acto mentalista. Mientras aprende del señor, marido de la adivina (Collette), conoce a una mujer (Rooney Mara), con quien emprende un proyecto más allá de lo que hubieran imaginado. Algunos años después, una psiquiatra (Blanchett) presencia una performance del protagonista, y le propone algo que traerá consecuencias irreversibles, terminando de convertirlo en quien estaba destinado a ser. En general, “Nightmare Alley” es un largometraje convencional que intenta ser bizarro e interesante pero no lo logra del todo. Perteneciente al género “thriller psicológico neo-noir”, plantea ideas interesantes que no terminan de redondearse (pocas lo logran), o se ubican personajes o acciones que no son realmente relevantes para la historia. El guion no logra dar a entender qué quiere destacar, contar, enseñar o demostrar. Como toda película de Del Toro, cuenta con una espectacular dirección de arte, llena de texturas, ángulos, líneas propias de la época en que está ambientada (años 40'), y colores ricos y saturados. Sin embargo, la fotografía no aprovecha todos estos aciertos y se vuelve visualmente menos atractiva, desdibujando el sello propio del director, estandarizándolo de una manera que no funciona. La iluminación se trabaja de forma adecuada por momentos, pero por otros le falta muchísimo drama y contrastes para que realmente encuentre una vibra neo-noir que se ajuste a lo que se quiere transmitir. De todas formas, Del Toro encuentra la forma de sorprendernos con estupendos, sangrientos y terroríficamente grotescos efectos visuales que desafían al espectador, al muy bizarro estilo del film “Sweeney Todd” de Tim Burton. Las actuaciones más destacables son las de Cooper y Dafoe. El primero encuentra a su personaje y lo usa a su favor, viviendo a la par de él todo su arco de desarrollo y acompañando con su ánimo perfectamente cada etapa. El protagonista se encuentra notoria y auténticamente cambiado en el final. El segundo posee un rol crucial en demostrar la miseria humana y corrupción presentes y crecientes en la trama, volviéndola cada vez más oscura y redundante. El casting de ambos merece una celebración. El resto del elenco se adapta bien a la historia, y hay aciertos en las actuaciones de algunos (como el célebre Richard Jenkins) que no son gracias al director, sino simplemente al estilo o experiencia del intérprete. Todo sería infinitamente mejor si el guion no estuviera tan poco trabajado; se lo nota verde, apurado, con clichés innecesarios, tanto, que casi se spoilea solo. Se aprecian momentos satisfactorios, pero hay cosas que sobran o que no tienen realmente sentido; como, por ejemplo, la inclusión de diversas cartas de tarot por parte de la adivina de la feria (Collette), y hasta incluso este personaje entero es irrelevante para el desenlace. Aporta algunas fibras de suspenso a la gran tela neo-noir… pero no las suficientes como para adquirir relevancia. “EL CALLEJÓN DE LAS ALMAS PERDIDAS” intenta cumplir, pero no siempre lo logra. Sus giros más interesantes son muy tardíos, y los momentos cliché degradan una impronta que, con una vuelta de rosca en la etapa de preproducción, podría haber sido memorable y logrado llenar el nombre de su director. Me gustó de la misma manera que cumple con lo que se prometió: a medias. Por Carole Sang “CODA”, emocionante, y por momentos simpática, película protagonizada por Emilia Jones y dirigida por Siân Heder. Con varias nominaciones a los premios Oscars, el largometraje es un éxito en Amazon Prime Video y todavía se encuentra disponible en algunos pocos cines del país. En una familia de sordos, la hija menor Ruby, es la única que puede escuchar. Al descubrir una inevitable pasión por la música la protagonista debe tomar una decisión. Sí seguirá su sueño o si se quedará a ayudar a su familia a salir adelante de una apretada situación económica. Es una cinta que logra hacer un uso increíble del lenguaje cinematográfico. El obstáculo principal era clarísimo. Normalmente, los personajes secundarios llevan al protagonista hacia un rumbo determinado y logran así mantener el interés en la trama. En este caso la sordera de los personajes (y sus actores incluso) plantea el desafío de encontrar métodos de expresión distintos a los que estamos acostumbrados. Su directora Siân Heder sabe entender perfectamente esta problemática y la utiliza a su favor, narrando de una manera muy particular. No son siempre las palabras las que nos cuentan la historia, son las expresiones y los movimientos de los actores los que cobran relevancia. Llegamos así a su punto más destacable: las actuaciones. La película entiende que los personajes son los que llevan una obra, y que su actuación nunca debe ser dejada de lado. Al encontrarse en la dificultad de encontrar un nuevo modo narrativo, se apoya en sus actores y en su manera de transmitir al espectador. Esto concluye en un conjunto de escenas muy emotivas en las cuales podemos entender perfectamente cuál es la problemática de cada personaje mediante sus expresiones. Se destacan Troy Kotsur (Frank, el padre), con una personalidad y presencia en pantalla increíble, y Emilia Jones en un gran esfuerzo por introducirnos en el dilema de la protagonista. Entramos con el prejuicio de que sea la típica película cuyo único objetivo es emocionarnos por su temática. Si bien hay un buen trabajo de guion en llevarnos a una clara transformación de los personajes, por momentos toma el camino fácil y nos presenta escenas que no queda claro que aportan de cara al final y cuya finalidad parece ser solo emocionarnos o hacernos reír. Pero en líneas generales tiene una construcción sólida y logra una historia que vale la pena darle la oportunidad. "CODA" recupera un elemento que el cine fué perdiendo a lo largo de los años: la capacidad de expresar con imágenes y no con palabras. En la época muda los actores exacerbaban sus expresiones y movimientos, buscando una manera distinta a la tradicional para comunicarse. Este filme recupera ciertos aspectos de ese cine y los utiliza como estrategia narrativa para lograr tocarnos el corazón. Por Felipe Benedetti Disponible en Amazon Prime Video Llegó “SPENCER”, una película biográfica, dirigida por el chileno Pablo Larraín y protagonizada por Kristen Stewart, que retoma la famosa historia de Diana, Princesa de Gales. Un nuevo planteo que reflexiona sobre el peso que la Corona deposita sobre sus herederos. El film trata sobre un fin de semana de Navidad, en la década del 90', en que toda la familia Real se reúne en uno de sus Palacios en el campo para festejar. En toda la celebración, ya sea durante las comidas formales, o simplemente caminando por el campo o yendo al baño, Diana se siente observada y juzgada por su propia familia, como si fuera integrada por los miembros de la prensa que viven acosándola, y por eso, ella busca refugio. Como siempre, lo encuentra en sus hijos y su amiga vestuarista, pero esta vez también lo halla en quien menos pensaba. El largometraje podría definirse como una pieza sumamente inquietante que atraviesa la pantalla. Está dirigida de una manera que produce sensaciones casi táctiles. En esto, juega un papel muy importante la manipulación de los sentidos a través de las texturas, colores y sonidos. Kristen Stewart suele ser criticada por cómo actúa, también así algunos gestos o miradas a los que acude como recurso inagotable. Sin embargo, en este film su desempeño es impecable, y en caso de caer en sus modismos (casi no sucede), se fusionan adecuadamente con el personaje. Simplemente es una decisión perfecta de casting, en donde ella es elegante, emocional, delgada (como Diana, claro) y bien caracterizada. Por otro lado, el compromiso para con las escenas destinadas a su desorden alimenticio es profundo, notorio y dispara sensaciones intensas en el estómago del espectador. La actriz realmente entrega todo su cuerpo a las escenas, sin tapujos, de una forma cruda y hasta espeluznante (la escena de las perlas se tiene que llevar todos los premios). Se genera una gran empatía (y shock) en la sala. Lo único que uno cuestionaría es el rol del príncipe Carlos, cuyo actor no queda bien con el personaje, o no fue lo suficientemente bien dirigido o profundizado. Los paralelismos que se usan con una famosa Reina Consorte del pasado le dan un giro de suspenso al guion, estirando el brazo un poquito por fuera del drama. Este a veces puede tornarse demasiado angustiante, ya que usa flash-forwards fantasiosos y paranoicos, pertenecientes a Diana, en cuya mente circulan mil pensamientos desagradables a la vez, y, junto con el montaje y la fotografía, el storytelling tiende a torturar un poco al espectador, apurando su cerebro y forzándole sensaciones. La comparación con aquella monarca ayuda a resolver un libreto cuya tensión crece pero no sabe definir, o al menos eso nos hace sentir. La música ayuda en gran medida a desencajar imágenes que, normalmente, se verían como clásicas o inofensivas; volviéndose así, una forma más de conducirnos a través de la psiquis de la princesa de Gales. Por último, cabe destacar que es importante la aparición de escenas tan crudas y honestas sobre un desorden alimenticio tan destructivo como la bulimia. La salud mental también es salud, y evidentemente su visibilidad en cine mainstream ayuda a generar consciencia. "SPENCER" es ideal para espectadores activos que se entreguen a la experiencia sensorial y disfruten descifrando los simbolismos que se presentan como pequeños rompecabezas ante el público. Disfruté muchísimo de resolverlos. ¡Ampliamente recomendada! Por Carole Sang Hércules Poirot deberá resolver un nuevo misterio en “MUERTE EN EL NILO”. Tras demoras y escándalos llega de una vez por todas a la pantalla grande la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Agatha Christie. Las vacaciones del detective belga Hércules Poirot a bordo de un glamoroso barco de vapor en Egipto se convierten en una aterradora búsqueda de un asesino, mientras que la luna de miel idílica de una pareja perfecta se ve trágicamente interrumpida. Ambientada en un paisaje épico de amplias vistas del desierto y las majestuosas pirámides de Giza, esta historia de pasión desenfrenada y celos presenta un grupo cosmopolita de viajeros impecablemente vestidos, y los suficientes giros inesperados como para dejarnos inquietos y desconcertados hasta el impactante desenlace. Kenneth Branagh es un ávido realizador de cine que recientemente sumó a su ferviente pasión por Shakespeare, las aventuras de Agatha Christie. Se desempeña nuevamente como director y protagonista, interpretando al detective más famoso de la autora, como ya lo hizo en “Asesinato en el Expreso de Oriente” (2017). Branagh guía hábilmente, tanto desde la dirección como en su rol protagónico, a un elenco estelar que incluye a Gal Gadot, Armie Hammer, Emma Mackey, Russell Brand, Annette Bening, entre otros. Con sus tiempos en pantalla bien divididos, todos construyen personajes muy interesantes y ambiguos que nos hacen sospechar hasta el último minuto. Mención especial Emma Mackey (“Sex Education'') que sorprende con un papel complejo, alejado de los roles en los que la vimos. El guion es sólido y nos atrapa con giros interesantes. Más allá de la genialidad de la historia de Christie, la adaptación está muy bien lograda, con diálogos bien construidos y ‘gags’ que entran en los momentos justos. La fotografía de la película es hermosa y resalta la grandeza de Egipto. Hay un gran uso del lenguaje cinematográfico, que al espectador más cinéfilo le hará recordar a otras grandes películas. Por momentos, sentí alguna inspiración en la obra maestra de Francis Ford Coppola, "Apocalypse Now" (1979), con el barco avanzando por el río, los atardeceres naranjas, juegos de sombras, naturaleza y la gente local. La tranquilidad del paisaje contrasta con la vorágine de lo que sucede a bordo. Sin embargo, en algunas locaciones es muy notable el abuso de CGI, lo que hace tambalear la veracidad de los hechos y nos distancia un poco de la acción. A pesar de que en esta temporada de premios el ojo estará puesto en “Belfast”, el más reciente (y nominado al Oscar) largometraje del director; este film no merece ser pasado por alto. “MUERTE EN EL NILO” nos regala dos horas muy atrapantes y a puro misterio que merecen ser vistas en la oscuridad del cine. Por Matías Villanueva “MADRES PARALELAS”, el nuevo filme escrito y dirigido por Pedro Almodóvar, ya se estrenó en cines y estará disponible en Netflix a partir del 18 de febrero. Penélope Cruz y Milena Smith protagonizan una película que está a la altura de las expectativas. Janis (Penélope Cruz) y Ana (Milena Smith) son dos madres solteras que se cruzan en la sala de parto, donde entablan una relación. Lo que en principio parecía una simple amistad entre dos mujeres con problemas similares, pronto se transformará en un drama con muchos secretos. El filme presenta varios pilares que lo convierten en una obra firme. El guion es uno de ellos. Si hay algo que caracteriza a Almodóvar es lograr personajes interesantes con historias que llamen la atención y, a su vez, sean muy distintas a lo que estamos acostumbrados. Cada relato que hace es único y parece haber un esfuerzo para salirse de los clichés. “MADRES PARALELAS” es poco predecible desde el comienzo. Si bien entendemos la trama y todo lo que sucede, se hace difícil anticipar lo que contará la próxima escena. Es un guion extremadamente complejo que nos mantiene siempre expectantes. Sin embargo, sobre el final comienza a decaer un poco, intenta atar todos los cabos sueltos, pero queda la sensación de que la obra concluyó luego de su segundo acto. A pesar de esto, su conclusión nos deja un mensaje muy interesante y sujeto a interpretaciones. La dirección tiene sus altibajos. Por momentos resulta muy cautivante y maneja a la perfección la extraña relación entre los protagonistas, pero en su última etapa se vuelve un poco más simple. A pesar de esto, no deja de ser una narración extremadamente atractiva que va revelando sus misterios de a poco. A esto se le suma una excelente dirección de arte. Los decorados presentan mucho detalle en todos los elementos que aparecen en pantalla. Junto con una paleta de colores que no solo destaca a los personajes, sino que cuenta sobre los mismos. La actuación de Penélope Cruz es brillante. Es una artista que logra que todos sus diálogos parezcan espontáneos y a su vez, cuando está en silencio, cuenta con expresiones (Merecida nominación al Oscar). Milena Smith tenía un papel difícil. El papel de Ana es el de una madre menor de edad que pende de un hilo entre la madurez y la inmadurez. La actriz logra satisfactoriamente estos cambios y entiende la dualidad de su personaje. Una obra increíble al igual que toda la filmografía de Almodóvar. Mantiene personajes extremadamente interesantes y genera tensión entre los mismos. Se nota una clara intención artística por los detalles, generando una obra que se puede analizar e interpretar desde muchos puntos de vista. Por Felipe Benedetti |
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Abril 2023
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