Llega a la gran pantalla “El Peso Del Talento”, en donde Nicholas Cage se viste de sí mismo para volver a intentar conquistarnos. Nick Cage ha llegado a lo que siente como un punto cúlmine en su carrera, en donde su éxito pasado lo presiona a seguir consiguiendo conquistas laborales y no dejar que su fama se esfume. Cage se esfuerza en que su relevancia no desaparezca, pero se le complica equilibrar esa lucha con una vida familiar sana, o una relación recíproca con su hija. Por otro lado, su agente (Neil Patrick Harris) sigue buscándole trabajo para saldar deudas que su estilo de vida le generó. Una de las propuestas que surgen es una contratación para ir al cumpleaños de un excéntrico millonario (Pedro Pascal), ferviente fanático del actor. La necesidad tiene cara de hereje, así que Cage acepta a regañadientes, desencadenando toda una situación inesperada… que cambiará la vida de ambos. Pocas veces se ve una película con guion tan ingenioso: es impecable. Mezcla y entrelaza dos líneas narrativas, una tranquila y comédica, que está firmemente enlazada con la gigantesca química que los protagonistas comparten, y otra más dinámica, en donde las cosas “peligrosas” de acción suceden y el film progresa de una forma mucho más cinematográfica, generando momentos dignos del “Nicolas Cage épico” que todos conocemos. Ambas corrientes, combinadas, nos brindan momentos de contraste, complementándose entre sí, y dando a los espectadores tanto inmersión, empatía, como también espacio para observar desde afuera. Lo único que podría objetarse es la presencia de diálogos un poco cliché o predecibles, pero hay tantos impredecibles, que hasta podría decirse que brinda estabilidad al público poder anticiparse algunos. La trama es casi consciente de sí misma y eso hace que surja hasta complicidad con el público. La interpretación de los actores es súper dinámica y se potencian entre sí, ya que la química que comparten, reitero, es realmente impresionante. El acento de Pascal entretiene por sí solo, además de, por supuesto, volver a su personaje una fuerza atractiva y suave, totalmente opuesta a la energía explosiva y “todo o nada” de Cage. Este, por otro lado, es una estrella y lo demuestra sin falsas humildades, aunque, sin embargo, logra hacer, a través del humor, una autocrítica, si se quiere, de él mismo, y por extensión, a los actores famosos de la industria. Lo visual se vuelve muy interesante gracias a las locaciones bellas seleccionadas para algunas tomas, así que pulgares arriba para la producción. Sin embargo, se desaprovecha un poco por momentos. Por otro lado, la dirección de arte merece una mención especial, ya que vuelve especiales a ciertos objetos inanimados relevantes para la trama y graciosos en sí mismos. La versión joven del protagonista, rejuvenecido digitalmente, se asemeja mucho al Nicolas Cage de antaño, y aunque es un poco perturbadora, le añade gracia, en vez de distraer, cosa que es difícil de lograr cuando de retoques digitales se trata. Una película imperdible, llena de referencias a la extensa carrera de Cage, que recomiendo ampliamente. Para ser sincera, hace varios años que no me río a carcajadas en el cine como me reí con “El Peso Del Talento”. ¡Cita obligada de este finde! Por Carole Sang
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“Doctor Strange 2: en el Multiverso de la Locura”, la esperadísima película del Universo Cinemático de Marvel, ya aterrizó en los cines protagonizada por Benedict Cumberbatch y Elizabeth Olsen. Una joven llamada América es perseguida por toda clase de monstruos y figuras tenebrosas invocadas por un ser maligno, que al parecer, se encuentra en otro Universo. El Doctor Strange (Cumberbatch), para intentar ayudarla, busca la fuente de tales maldiciones, para proteger, no solo a la chica, sino al poder que ella tiene, que afecta la estabilidad del Multiverso. Mientras tanto, reviven emociones, tanto del Dr. Strange como de Wanda (Olsen), ambos llevando adelante un duelo por “lo que no pudo ser” de sus vidas. Ellos deberán evitar que el dolor que atraviesan nuble sus juicios y desestabilice la realidad que habitan. La dirección, llevada a cabo por Sam Raimi (apreciado también por dirigir las primeras “Spider-Man” con Tobey Maguire), da significado al título del film. La forma en que se cuenta la historia es impactante, orgánica, usando imágenes y estéticas memorables, que nos hacen viajar por más de un universo. Tener un concepto tan abstracto como una de las premisas principales de la trama da lugar a la exploración, y esto es bastante bien explotado. Los viajes a través del Multiverso que muestra Raimi a veces nos marean pero el espectador siempre cuenta con recursos que permiten seguir adecuadamente la historia y ubicarse. Esto es lo más valorable de la película, junto con los recursos gráficos que se utilizan. El gran problema de esta película es el guion, que se siente apurado o facilitado a propósito. Se encuentran soluciones, llaves, entradas, etcétera, de una forma irrisoria, increíble, o que no tiene sentido, y lamentablemente esto sucede en partes muy importantes de la película, haciéndola extremadamente predecible. Esto incluso impacta en el desempeño de algunos personajes que casi no hacen oposición a ciertas órdenes de villanos o seres malignos, volviéndose artífices, casi cómplices de los planes malévolos en ejecución. No se exploran las consecuencias emocionales de lo que pasa. No se dedica tiempo a generar preguntas con los personajes, sus diálogos y acciones, por lo tanto, no hay un equilibrio de oposición de fuerzas. El elenco nos brinda performances irrelevantes durante la mayor parte de la trama, a excepción de Olsen (Wanda Maximoff - La Bruja Escarlata) que tiene varios buenos momentos, mostrando una enorme versatilidad y emocionalidad, que, a pesar de lo breves que son, logran captar nuestra atención y hacernos empatizar con ella. La experiencia visual y auditiva es fenomenal. Las formas, luz, vestuario, colores, estética, música, fotografía, CGI, efectos especiales visuales y sonoros vuelven a esta cinta un producto espectacular, más allá de los problemas de guion que pueda haber. Como entretenimiento superficial, funciona, sin conmover en profundidad. Lo más impactante, como suele ocurrir últimamente con las películas del MCU, es el gran desfile de recursos técnicos con que cuentan. Buena película, entretenida y afable, que continúa (apenas) la historia del Dr. Strange y lo que pasó en WandaVision. ¡Recomendada para este finde! Por Carole Sang El jueves se estrenó en cines argentinos “El Buen Patrón”, justo a tiempo para el Día Internacional del Trabajador. Con Javier Bardem como protagonista, es una producción española con tintes de comedia y drama. Se trata sobre Julio Blanco (Bardem), el dueño de una premiada y establecida fábrica de balanzas, que se dedica a aceitar todos los engranajes de su compañía, asegurándose de que todos los empleados puedan cumplir bien su trabajo y tener vidas satisfactorias. Estas tareas se intensifican en una temporada en que su establecimiento está en la etapa final de una evaluación para recibir un premio a la excelencia de un comité local. Como es de esperarse, todo lo que puede salir mal, así sale. Conflictos laborales problemáticos, amoríos desubicados y hasta violencia vuelven su vida, tanto profesional como personal, lo más caótica posible. En general, es una película muy ingeniosa y divertida superficialmente que aborda temas sociales muchísimo más profundos de lo que aparenta. El hecho de que ese “disfraz” funcione y que la película sea disfrutable por cualquier ojo espectador, ya sea uno muy observador, o uno más ameno, habla de lo hábil que es la dirección. Además, el elenco nos proporciona una performance equilibrada que brinda credibilidad a un guion estable, pero algo caricaturesco, complementándolo maravillosamente a pesar de algunas líneas de diálogo que son cliché o situaciones forzadas (cuyo desenlace funciona, por lo tanto, vale la pena hacerlas). La forma de contar la historia, el montaje y las decisiones de fotografía y vestuario son muy clásicas y se percibe como una trama muy a tierra. Se ve un aspecto del mundo empresarial, del comportamiento ''pisa cabezas '' del “buen patrón”, que no siempre es políticamente correcto, pero que funciona para mantener la atención del ojo público en donde él la requiera. Se demuestra que, de esta manera, aquellos/as empleados/as que avanzan la pirámide ejecutiva no siempre son los/as más dedicados/as. Muy buena película para encontrar catarsis, una descarga de la impotencia que podamos haber reunido estando insertos en un sistema algo ingrato. Recomendada, ¡vayan a verla! Por Carole Sang |
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Abril 2023
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